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Jueves, 31 octubre 2024
Argentina
15 de julio de 2020

La mayoría de los integrantes del equipo de Alberto son propios, aunque también hay kirchneristas y massistas. Cómo juega cada uno de ellos en la estructura de gobierno. Qué gana y qué pierde Alberto Fernánez ante la falta de halcones. Los nombres más cuestionados y los que cuentan con más apoyo

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Cuanto más alto es el rango, más atrás en la línea de fuego. Ese axioma bélico encuadra también en la política. Los que ocupan los cargos superiores, no deben quedar expuestos a las balas perdidas ni a la primera línea de tiro enemiga, sobre todo si del otro lado, el que ataca no es un general. Es un poco lo que le pasa a Alberto Fernández, a quien le cuesta contenerse ante los embates y sale presuroso a responder en las redes sociales o en los medios, a veces contraatacando a soldados rasos. 

Se expone constantemente el Presidente. Mientras tanto, el equipo que eligió para llevar adelante y defender su gestión muestra un rol más pasivo, que sólo se ha roto en parte con la muerte de Fabián Gutiérrez y las chicanas esgrimidas por parte del ala dura de la oposición. En la Casa Rosada admiten que el estilo impuesto por el jefe de Estado busca evitar el escenario de guerra, y aunque reconocen tibieza de buena parte del entorno ante algunos embates, también se muestran disconformes con la “no defensa” al primer mandatario por parte de otros actores del espacio, la mayoría, con despacho en el Congreso. 

En todos los gobiernos hay halcones y palomas. Por un lado, los carnívoros dirigentes ágiles para la pelea, duros de doblegar; y por el otro, aquellos que hacen culto a las ondas de amor y paz. En este Gobierno, esas dos condiciones confluyen en el propio Alberto, pero no están equilibradas en el equipo. La Casa Rosada se asemeja mucho más a un palomar que al natural ecosistema político habitual, tan necesario cuando, paralelamente, se alimenta de manera constante una grieta profunda entre “nosotros y ellos”. 

El asesinato del arrepentido exsecretario de Cristina Fernández llevó al punto más complejo la relación entre el Gobierno y Juntos por el Cambio, aunque la preocupación inicial en Olivos, por la solicitada firmada por los presidentes de las tres fuerzas que componen esa coalición, se disipó en buena medida cuando el propio Presidente habló con los opositores dialoguistas. Le dijeron que ellos no estaban de acuerdo con el escrito, y la relación sostenida por la cuarentena sigue firme con aquellos cambiemitas que tienen responsabilidades de gestión. 

“Pidan la pelota, loco, dale; ayuden al Presidente, que está haciendo un esfuerzo muy grande y no le saca el culo a la jeringa”. La frase de Aníbal Fernández sacudió la modorra. Algunos en la propia Casa Rosada, hasta la festejaron, pese a que se interpretó como un teledirigido a Balcarce 50. “No pasa nada con Aníbal, comió con Alberto, habla con Cafiero. Aníbal es así, mete presión; además es lo que muchos estamos pidiendo”, dijo a La Tecla un funcionario ligado al Presidente. 

El mismo portavoz rechazó la pelota en línea recta por Avenida de Mayo. “Hay silencios que se hacen notar. ¿Qué diputados escuchás defendiendo la gestión?”, disparó. Sergio Massa y Máximo Kirchner son los principales apuntados en esa apreciación. ¿Y Cristina? Ella, tampoco habla, pero nadie quiere una confrontación con la vicepresidenta. De hecho, desde uno de los ministerios importantes, que apareció entre los posibles cambios futuros del gabinete, le dijeron a este medio que “Cristina viene jugando bien; el problema no es ella, sino el cristinismo, ellos están organizados, saben lo que quieren y están las 24 horas del día pensando en el poder”. 

El único diputado que ha salido a defender a capa y espada al Presidente es Eduardo Valdés, amigo personal y con un interés en arribar algún día a la Cancillería. El otro es el legislador porteño Leandro Santoro, también de estrecha relación con Alberto y a quien algunos auguran un futuro cercano en el equipo presidencial, vinculado a la vocería. Por lo pronto, en el gabinete, el único que se mostró un poco más en las últimas semanas fue Santiago Cafiero. En rigor era un rol que se le venía reclamando al jefe de Gabinete. 

Por un lado, cerca del mandatario afirman que “Alberto entendió que tenía que tener un sentido más estratégico de las apariciones, porque su centralidad ya no estaba en duda y no podía estar saliendo en las radios a cada rato”. Eso abrió el juego para Cafiero, quien en sus primeras apariciones, tampoco sacó uñas de tigre para confrontar con periodistas críticos del Gobierno. No obstante, el Presidente no pudo contenerse en Twitter, y ese es un motivo de preocupación de quienes preferirían que no conteste notas periodísticas o entre en insólitas polémicas por retuitear memes. Aceptan, además, que “no es fácil coordinar la comunicación de un gobierno de coalición y tan variado. El otro funcionario que tomaría un rol más activo en los medios es el secretario de Comunicación, Juan Pablo Biondi. 

Por otro lado, en el propio Gobierno dudan también de que el jefe de Estado se mantenga fuera de las discusiones mundanas por mucho tiempo. “Que ahora salga Cafiero es una cuestión momentánea, Alberto quiere que los ministros hablen sólo de sus temas y ser él su propio vocero”, vaticinó un integrante del Grupo Callao que se plegó a Fernández cuando aún la aventura presidencial era una utopía. “El que no quiere que lo defiendan es el propio Alberto, quiere hacerlo solo”, ironizó un vocero. 

“Acá hay un problema inicial, y es que Alberto tomó una decisión que es contra natura en la política, que es gobernar sin poder. Lo que le dijo Duhalde es cierto. Lo lógico es que él se desprenda de Cristina y comience a ejercer poder propio. Él está muy agradecido a Cristina, pero su lealtad a ella debiera ser garantizarle que no va a ir presa, nada más. Y él no sólo le garantiza eso, sino que le garantiza la conducción, porque está agradecido de dormir en la quinta de Olivos”. El análisis lo hizo ante La Tecla un dirigente de la oposición moderada. 

La referencia es a la supuesta recomendación que le hizo Eduardo Duhalde de distanciarse de la vicepresidenta, un hecho que reflejó el sitio web Infobae, despertando la ira del Presidente y su contestación directa a la periodista Nancy Pazos. Según Fernández, la nota describía cosas que no sucedieron. Quien debió haberlo desmentido fue Duhalde, y no lo hizo. El mismo dirigente recomendó que el Presidente lea el libro Elogio a la traición. Allí, los franceses Yves Roucaute y Denis Jeambar dicen que la democracia moderna evoluciona gracias a la traición de los grandes líderes a sus propios mentores y a las viejas convicciones de sus partidos. 

El ejemplo de Néstor Kirchner con Duhalde no está en ese libro pero bien podría ocupar un capítulo entre esas páginas donde se recomienda al nuevo líder “anteponer el realismo a los dogmas”, y ser un dirigente “del presente que contempla el pasado y el porvenir, y trata de descifrar todos los datos, todas las señales que le envían y elabora una política empírica, no dogmática”. Fernández encaja en la descripción, pero no se lo ve dispuesto a dar ese paso trascendental de la traición, que significaría sacar a la cancha el albertismo, para lo cual se necesitarían verdaderos halcones. 

El Presidente prefiere sostenerse en la medianía de la grieta, pero, incluso para gente que lo acompaña, esa elección le resta poder real. Tener un 60 por ciento de imagen positiva (que antes rozó los 80 puntos) por el manejo de la pandemia, no necesariamente significa empoderamiento. La sociedad argentina y los medios piden moderación, pero lejos están de ejercitarla; y quien sí lo hace queda expuesto a los vaivenes del humor social y de sus propias decisiones. El claro ejemplo es Vicentin. “Si esa decisión la hubiese tomado Cristina, como dicen, la empresa ya era del Estado”, analizan algunos en el propio oficialismo. 

Los medios de comunicación que más machacan contra la figura de Cristina Fernández y que en principio se cuidaban de atacar con fiereza a Alberto, quien siempre los ha tratado con deferencia, al igual que su equipo, durante la última semana fustigaron fuerte al Gobierno. Incluso haciéndole el juego a la supuesta movida K de sacudir el gabinete para que se caigan algunas peras y germinen nuevas con ADN cristinista, como para poblar más el gabinete de kirchneristas puros, que no son, precisamente, palomas. 


Jefe de Gabinete
Santiago Cafiero

Se ganó el lugar y la confianza del Presidente desde el abertista Grupo Callao. Es, sin dudas, uno de los mimados de Alberto, y no lo correrá de su puesto por más que algunos lo cuestionen. Quedó demostrado la semana pasada, cuando el mandatario hizo un retuit que le valió el repudio y una durísima carta de Diego Leuco. El video contenía un extracto de una entrevista del periodista a Cafiero en el cual se ridiculizaban las preguntas del conductor de El Trece. Luego, el propio Cafiero se burlaría de la carta, lo que produjo un masivo reproche en las redes. Fue casi el debut del jefe de Gabinete como vocero del Gobierno en un tema delicado, y que tiene la intención de preservar un poco al Presidente, sin descontar algunas cuestionadas declaraciones por el tema Vicentin. En el medio apareció Aníbal Fernández, que, además de exigir a los colaboradores del Presidente que pidan la pelota, disparó: “No sé si Cafiero está verde, pero yo tengo muchos años de experiencia”, casi como autopostulándose. “Cafierito no ataja una, las balas van todas al pecho de Alberto”, cuestionan algunos kirchneristas que añoran ese asiento. Una fuente cercana a la Rosada, a modo de síntesis, asegura que de acá en más, Cafiero se expondrá mucho más y será como una especie de prueba. El lo reconoce: “Me toca, circunstancialmente, ser jefe de Gabinete, y siempre veo que hay cosas para mejorar, pero se mejoran con trabajo, inteligencia, acuerdos políticos, consensos”, expresó días atrás el hijo de Juan Pablo Cafiero. En su entorno aseguran que “la idea de que Santiago salga más es preservar a Alberto, pero, además, él tiene todo el peso administrativo de la gestión, y es un laburo que demanda mucho tiempo”; por ello, a veces, no sostiene el perfil alto que tuvieron algunos de sus antecesores, como, por ejemplo, el propio Aníbal.


Ministro del Interior
Wado De Pedro

Es una de las principales espadas de La Cámpora y tiene una muy buena relación con el Presidente. Y ni hablar con Cristina Fernández, Máximo Kirchner y el Instituto Patria. Pero también se lo describe como el más moderado de la agrupación K, lo que se dice una paloma en medio de cientos de halcones. Aunque cada tanto muestra los dientes, es cultor del bajo perfil, el diálogo y el consenso. La más reciente aparición se dio luego de la polémica carta de Juntos por el Cambio tras el asesinato de Fabián Gutiérrez. “La oposición apeló hoy otra vez a la mentira y al oportunismo”, dijo. Wado fue el primero de los K en salir a pedir públicamente por la vuelta de Sergio Massa al espacio. Y también es señalado como principal responsable del “acercamiento” del cordobés Ricardo Schiaretti al Gobierno, tanto antes como después del 10 de diciembre. De Pedro tiene un rol que va más allá de la confrontación política hacia fuera, más bien está para acercar y recomponer.

Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto
Felipe Solá

De a poco. Así se fue acercando al kirchnerismo el exgobernador. Se había postulado para ser parte de la gran PASO opositora, pero, ni bien Cristina anunció la fórmula, puso punto final a sus aspiraciones. “Mi candidatura tenía una única misión: construir una unidad amplia”, dijo en su momento, y allí se ganó el lugar que hoy ocupa. Su principal tarea en este tiempo de pandemia fue el plan de repatriación de argentinos varados en el exterior, el cual finalizó la semana pasada. Algunos ponen en duda su continuidad en la Cancillería, pero se sabe que parte de esas operaciones son atribuibles a un interesado en el cargo, el diputado Eduardo Valdés. El Presidente conoce este juego, es amigo de Valdés y deja que lo haga, porque, en definitiva, le sirve para tener a raya a un político como Felipe; pero ello no indica que se quiera desprender de él. El objetivo de Solá en la Cancillería, ahora es aumentar un 30 por ciento las exportaciones argentinas en el próximo año, a partir de que recuperó la Secretaría de Comercio Exterior.


Ministro de Economía
Martín Guzmán

Su principal objetivo, reestructurar la deuda, lograr un acuerdo con los bonistas,  que ahora tiene como fecha límite de adhesión el venidero 4 de agosto. No son pocos los que aseguran que una vez que esto termine, para bien o para mal, se entre o no en default, el joven economista platense dejará el cargo para volver a la actividad privada. El camino recorrido en estos siete meses fue sinuoso. En el medio, por caso, se fue del equipo Lisandro Cleri, quien estaba al frente de la Unidad de Reestructuración de la Deuda en moneda extranjera y pasó a dirigir el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de la Anses. Su llegada se dio de la mano de Alberto y por sus buenos vínculos internacionales, que se viene traduciendo en los respaldos del organismo en la negociación con los bonistas.


Ministerio de Desarrollo Social
Daniel Arroyo

Desembarcó en el gobierno de la mano de Sergio Massa, y si bien tenía claro que la tarea no iba a ser sencilla, la pandemia hizo que su cartera se convirtiera en una de las principales protagonistas del gobierno de Alberto Fernández, junto a la de Salud. A poco de arrancar debió toparse con el escándalo de la compra de medicamentos con sobreprecios. “Si zafó de esa, tenemos Arroyo para rato”, cuenta un integrante del ministerio. Vale recordar que a la hora dar explicaciones, en principio, el ex diputado tampoco fue demasiado claro. Finalmente, más allá de los pedidos de informe de la oposición y las denuncias, el problema se “arregló” con la cabeza de Gonzalo Calvo, el responsable de la Secretaría de Asistencia Crítica. Volviendo al extremo protagonismo del ministerio, el propio Arroyo reconoció que “ya se ejecutó el 120 por ciento de lo presupuestado para asistencia social”.

Ministro de Salud
Ginés González García

Es sin dudas el más protagonista de los ministros. En principio porque Salud volvió a ser ministerio. A partir de eso se hizo fuerte de entrada. También porque su figura tenía casi un consenso generalizado. Pandemia mediante, más allá del buen trabajo realizado (los números lo avalan), su imagen empezó a tener fisuras, algunas relacionadas a la misma política y otras por alguna que otra declaración poco feliz. Es más, en varias oportunidades le habrían pedido al ministro que no se corte solo, que consulte “arriba” antes de hablar, por ejemplo, la vez que brindó detalles de cómo seguiría la cuarentena sin que aún no se hubiera reunido el presidente con los gobernadores. A la espera del pico de Covid y de que el sistema no colapse, Ginés sumó como punto a favor la reciente erradicación del sarampión. En contra aún, el dengue, que no tiene tanta prensa pero también se incrementa de manera rauda. 


Ministerio de Educación
Nicolás Trotta

Este es otro de los ministros que tuvo que improvisar fuerte y si se quiere hablar y mostrarse más de lo previsto. No le molesta. Se siente cómodo frente a los micrófonos y las cámaras. Todo lo contrario a su par de la Provincia, Agustina Vila. Por estos días y desde hace un buen tiempo no hace más que hablar de la vuelta a clases, que dicho sea de paso, en el AMBA será recién cuando los casos disminuyan significativamente. En tanto, para las provincias que están en fase 5 ya se presentó el protocolo. Puno a favor que allá por el mes de marzo el ciclo lectivo empezó en tiempo y forma. Y por supuesto que sacó pecho una vez logrado el acuerdo paritario con los gremios. "Fue un avance muy importante reemplazar la confrontación por el acuerdo", tiraba allá por mediados febrero cuando jamás nadie había pensado aún que se fueran dictar clases por zoom. 

Ministerio de Defensa
Agustín Rossi

Al igual que el Canciller Felipe Solá se había autoproclamado como precandidato a presidente, destacando en su momento que sólo se bajaba si se presentaba CFK. En estos tiempos de pandemia fue uno de los tantos ministros que pasó desapercibido. Es del ala más kirchnerista del gabinete. Eso sí, tras la carta de Juntos por el Cambio se animó a hablar de desestabilización. Sin vueltas, acusó a los firmantes de “estar intentando crear un clima destituyente en base a falsedades”. Ya había jugado fuerte en torno al hundimiento del ARA San Juan. Más de una vez apuntó a la “responsabilidad política” de su antecesor, Oscar Aguad. Vale recordar que había ocupado el mismo cargo durante la gestión anterior a Mauricio Macri, entre junio de 2013 y diciembre de 2015.


Ministro de Desarrollo Productivo
Matías Kulfas

Llegó para ser el superministro, para encabezar el impulso al desarrollo y la producción. Pero la pandemia tenía otros planes. “No pudo lucirse, se le hizo muy cuesta arriba”, dice a La Tecla un legislador cambiemita, que asegura conocer a la perfección su capacidad de gestión.  Llegó de la mano de Alberto, se conocen hace mucho tiempo. Durante el primer gobierno kirchnerista cumplió funciones como Subsecretario de la Pequeña y Mediana Empresa y Desarrollo Regional entre 2006 y 2007. Al parecer, en octubre ya no tendría tantas responsabilidades a su cargo, la cartera podría sufrir un desdoblamiento. Kulfas quedaría al frente del vínculo con las Pymes,  como en tiempos de Kirchner, pero para la relación con los grandes empresarios habría un nombre nuevo. Por el momento encabeza el ambicioso plan de la reactivación post coronavirus.

Ministro de Agricultura
Luis Basterra

Del ala del gobernador  formoseño Gildo Infrán, venía de desempeñarse como diputado nacional. A diferencia de lo que opinan de su jefe político, las entidades del agro y también la oposición lo catalogan como un hombre de consenso y diálogo (apenas conocida su designación gran parte de la Mesa de enlace se mostró sorprendida para bien). Si bien es Ingeniero y fue Vice del INTA, la idea previa era que a partir de su figura el ministerio tuviera un perfil más político que técnico. Sin embargo, a la primera de cambio quedó (o lo hicieron quedar) en offside. En una entrevista periodística dio a entender que no estaba enterado del proyecto de expropiación de Vicentin.  También le apuntaron duro con el tema del vandalismo rural, a pesar que fue uno de los primeros dirigentes del oficialismo en pronunciarse al respecto. 


Ministra de Justicia y Derechos Humanos
Marcela Losardo

Había ocupado el cargo de Secretaria de Justicia durante el gobierno de CFK. Pero su llegada al Gabinete se da de la mano del presidente, quien es su amigo desde la época de la Facultad. Además, luego fueron socios. Y por si fuera poco, por mucho tiempo fue asesora de Alberto en temas jurídicos. Su idea, claramente, era permanecer lo más en silencio posible. Pero el escándalo por la liberación de los presos, indefectiblemente, la sacó a la cancha. "No existe un plan de liberación generalizada de presos, dijo para marcarle la cancha a la oposición. “A mí no me gusta que salgan los asesinos y los violadores a la calle”, dijo para marcarle la cancha a la Justicia. Solucionado ese tema, volvió al perfil bajo. Su más reciente actividad fue la presentación del Plan Nacional de Acción contra las Violencias por Motivos de Género 2020-2022.

Ministro de Trabajo
Claudio Moroni

Ya había pasado por el gobierno nacional como titular de la AFIP, la Anses y la Sindicatura General de la Nación. Incluso desembarcó en Nación en 2002, antes del desembarco kirchnerista. Al igual que Alberto es abogado de la UBA.  El cimbronazo más grande en estos primeros de gestión fue provocado por una de las medidas más elogiadas, el ATP (Asistencia de Emergencia al Trabajo), cuando salió a la luz que el Estado le pagó la mitad del salario a jerárquicos de empresas como Techint, Clarín y La Nación. Esa situación hizo que el apoyo unánime de los gremios ya no fue tal. Más allá de esto, con la cabeza en la pospandemia, en modo K, dijo ante la OIT (Organización Internacional del Trabajo) que “el retorno a la nueva normalidad requerirá el esfuerzo solidario de todos y debe tener un norte claro: la reducción de las desigualdades sociales”.

Ministro de Obras Públicas
Gabriel Katopodis

En el lejano 2017, junto a Juanchi Zabaleta, de Hurlingham, jugó en el equipo de Alberto Fernández, en ese entonces jefe de campaña de Florencio Randazzo. Pésima experiencia en cuanto a lo electoral. La papeleta oficialista fue cuarta en General San Martín. Pero por esas cosas de la política, evidentemente, valió la pena. Por el momento el caballito de batalla de la cartera es el programa Argentina Hace, que tiene como premisa de dinamizar la economía. De todos modos ya se trabaja en un plan federal de infraestructura apuntado sobre todo a la pospandemia, pues los plazos para las obras inconclusas y viviendas que se incluyen se estiran hasta diciembre de 2023. Siempre moderado, Katopodis supo construir un buen vínculo con propios y ajenos, situación que le vale que casi no se escuchen cuestionamientos a su labor.

Ministerio de Seguridad
Sabina Frederic

Tan bajo es su perfil que todavía tiene que estar aclarando que no pertenece al CELS. Es antropóloga y trabajó en la anterior gestión K en el ministerio de Defensa. Si no fuera por los cruces que le propuso su par bonaerense, Sergio Berni, hubiese dado la mitad de las notas que dio.  Y esas diferencias, claro, hicieron también que quede en la mira de la oposición, justamente por la falta de coordinación con la Provincia. De todos modos, de entrada, cuando aún no se hablaba de pandemia ni de operativos de control de ingreso a la Ciudad, se ganó las primeras críticas cuando prefirió no catalogar como terrorista al grupo Hezbollah. El otro tema que la pone en discusión es el ciberpatrullaje. “Las fuerzas federales solo acceden a lo que es público (en las diferentes redes sociales) y eso permite anticiparse a una dimensión del humor social, no a todo”, dijo la ministra y la crucificaron.

Ministerio de Transporte
Mario Meoni

Tras quedarse con las ganas de volver a conducir los hilos de Junín, su jefe político, Sergio Massa, le pagó con la cartera de Transporte. Por supuesto, también la pandemia le corrió totalmente de eje los planes iniciales. Por caso, hoy por hoy cuenta con felicidad que son muchas menos las personas que utilizan el transporte público en el AMBA. Otro de los temas que lo ocupa es el de los vuelos de cabotaje (se tragó el sapo del cierre de LATAM), que por el momento no tienen fecha de regreso. Lo que sí funciona y también lo ocupa son los trenes de carga, un punto a favor en esta primera parte del año. Entre sus principales enemigos se encuentran los empresarios del transporte de larga distancia, completamente parado desde finales de marzo. Tampoco se había mostrado muy amistoso Hugo Moyano, pero fue en tiempos pre coronavirus. 

El presente en una frase
Los seis ministros restantes


Ministerio de Desarrollo Territorial
María Eugenia Bielsa

“Lanzamos el Programa Nacional de Reactivación y Terminación de Obras de Vivienda, Infraestructura y Hábitat para reactivar y finalizar más de 20 mil obras de vivienda”.

Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad
Elizabeth Gómez Alcorta

"El proyecto de legalización del derecho al aborto está listo, sólo que no están dadas las condiciones de tratamiento en el Congreso por la pandemia".

Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación
Roberto Salvarezza

“El gran desafío de la pospandemia será determinar cuáles serán los grandes proyectos nacionales en los cuales la ciencia y la tecnología pueden aportar todas sus capacidades”.

Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible
Juan Cabandié

"Con el Plan Nacional de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático, tenemos el compromiso de llevar adelante una agenda de liderazgo regional en lo ambiental”.

Ministro de Cultura
Tristán Bauer

“Habíamos abierto Tecnópolis, más de 500.000 personas en su inauguración, y hoy esto se encuentra transformado en un centro de atención de pacientes con COVID”

Ministerio de Turismo y Deportes
Matías Lammens

“Mediante una gran inversión, vamos a avanzar con la puesta en marcha del turismo pospandemia a través de una ambiciosa iniciativa que buscará preservar los empleos del sector”.


Los Secretarios, súper cercanos a Alberto
Los tres secretarios son personas súper cercanas al presidente Alberto Fernández. Tanto que Vilma Ibarra, de Legal y Técnica, por caso, es su ex pareja. En tanto, Julio Vitobello, el Secretario General, es amigo personal del mandatario, de su extrema confianza. Lo propio sucede con Gustavo Béliz, Secretario de Asuntos Estratégicos, quien se había alejado de la escena política tras dar a conocer el rostro de Jaime Stiusso allá por el año 2004.

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