Argentina
Viernes, 3 mayo 2024
TUBERCULOSIS EN LA CIUDAD
4 de julio de 2018

Diagnóstico sin remedio

En 2017, el Gobierno recibió un duro informe de la Auditoría General de la Ciudad por el avance de la enfermedad. Ahora se conoció que, en los barrios más postergados, la tasa de contagio va en aumento, como también el número de casos. Falta de planes y de inversiones en los hospitales especializados.

Diagnóstico sin remedio - Revista Que

La alarma reciente la disparó un informe de diferentes ONGs que relevaron los barrios más carenciados de la Ciudad y encontraron chi-cos infectados con tuberculosis, una bac-teria que ataca directamente al sistema respiratorio y que es habitual en zonas con escasas políticas de salud. 

   La información, compartida además en los anuarios estadísticos del ministerio de Salud nacional, sostiene que uno de los problemas más grandes relacionados con esa situación es el alto consumo de drogas por parte de los jóvenes en los barrios más carenciados. 

   Toda esta información se encuentra, desde el año pasado, en el escritorio de la ministra de Salud, Ana Bou Pérez, más un informe de la Auditoría General de la Ciudad (AGCBA) en el cual se detallan problemas de urgente solución para evitar que haya un aumento en la cantidad de casos. Pero no se ha avanzado.
 
 La tuberculosis es la segunda causa de muerte por enfermedades infecciosas en el mundo, después del HIV. Por eso, en mayo de 2015, la Asamblea Mundial de Salud estableció el objetivo de ponerle fin a la epidemia en 2035. En la Ciudad de Buenos Aires se diagnostican por año 2.500 casos nuevos de pacientes con tuberculosis. De ellos, la mitad corresponde a residentes de la provincia de Buenos Aires. Desde 1982, existe en el ámbito porteño la Red de la TBC, coordinada desde el hospital Francisco Muñiz.

Según el último boletín del ministerio de Salud de la Nación, de 2015 a 2016, la cantidad de enfermos au-mentó de 24,3 a 26,5 cada 100.000 habitantes en todo el país, y el 50 % de ellos se concentra en el área metropolitana. En el cordón sur de la ciudad, las tasas resultan comparables a las de algunos países de Africa (120 cada 100.000 habitantes), y son 20 veces más numerosas que en el norte. Además, para esta enfermedad, que se trasmite por vía aérea, está el Programa de Tratamiento y Control de la Tuberculosis, cuya gestión para 2015 fue evaluada por la AGCBA.

   Uno de los datos más relevantes del informe es que “los espacios físicos pa-ra el tratamiento de quienes padecen es-ta patología no dan garantías de biosegu-ridad, tanto a otros pacientes como al equipo de salud”. 

   La tuberculosis se propaga por gotas que quedan suspendidas en el aire cuan-do se estornuda, tose, habla o escupe. Por ello, indica el documento aprobado en mayo de 2017, “el lugar de espera debería ser exclusivo y con salida al exterior que per-mita su óptima aireación y evite el contacto de pacientes infectados con los que no lo están”. Sin embargo, en el hospital Piñero, el equipo de la AGCBA detectó que “la sala de espera para estos casos es compartida con los de los servicios de psicopatología, gastroenterología, otorrinolaringología y dermatología”. A ello se suma que, según la Auditoría, se carece de medidas de bioseguridad, ya que “los aires acondicionados no tienen filtro ni se efectúan controles médicos periódicos al personal de servicio”.

De la recorrida se desprende que “no hay privacidad pa-ra realizar el interrogatorio que permite recabar datos de la intimidad del pacien-te, fundamentales para el diagnóstico médico”.  En el hospital Santojanni, otro de los evaluados por la Auditoría, la situación es bastante similar. Se observó que “el espacio físico es insuficiente”, y que “hay solo dos consultorios para toda la población neumológica”, por lo que puede cruzarse una mujer asmática que esté embarazada con un enfermo de tuberculosis, con los riesgos que este encuentro tendría.

En cuanto a los profesionales que se desempeñan en ese espacio, el informe señala que tienen “riesgo de contagio”, ya que “no funciona la aspiración ni el recambio de aire en los consultorios”. Volviendo a las observaciones realizadas en el Piñero, para realizar estudios como broncoscopías o puncio-nes, “dependen de la disponibilidad de otros servicios que le fa-ciliten el espacio, siendo un limi-tante muy importante”. Otras prácticas  “son realizadas con equipamiento que es propiedad de los profesionales del servicio”.

Los responsables del área también le manifestaron a la Auditoría que “es necesario que se in-corpore un médico, ya que el volumen del trabajo es muy grande y tratan con población de un nivel social, cultural y económicamente vulnerable, lo que amerita una atención más prolongada respecto a otras patologías”.  

   Los auditores tomaron una muestra con los nuevos casos detectados durante 2014 en ambos hospitales y los compararon con la base de datos de la Red de TBC.  En el Piñero, “de 153 pacientes, solo el 6 % no fue notificado a la Red”, mientras que, en el Santojanni, el 53 % de los nuevos enfermos detectados por el laboratorio no fue informado”. También se pidieron las fichas de los pacientes con los pormenores del tratamiento. Mientras que “en el primer centro de salud faltó poner a disposición de la AGCBA el 9 % de los legajos, del segundo nosocomio solamente se pudo acceder al 56 % de ellos”.

Para evaluar la campaña de difusión y prevención, se le solicitó al área de prensa del ministerio de Salud el material realizado entre 2013 y 2016. La respuesta fue que en “la web institucional hay información permanente sobre la enfermedad y el contacto de los hospitales y centros de salud disponibles para consulta”. Sumaron a ello “gacetillas de prensa difundiendo actividades y charlas”, datos que también fueron publicados en el portal. Al respecto, el organismo de control apuntó que “estas cam-pañas no alcanzan a la población vulnerable y expuesta al riesgo de enfermarse”, puesto que “no se utilizan medios masivos de comunicación que sean accesibles para aquellos que no usan información digitalizada”. 

   Las alarmas no se escucharon. En las últimas semanas, diversas organizaciones remarcaron la falta de cambio en la situación. Así lo hizo, por ejemplo, la Casa Masantonio, uno de los centros dedicados a la asistencia de gente con HIV y tuberculosis en la zona sur de la Ciudad. El Ejecutivo, mientras tanto, mantuvo el mismo plan de acción: no incrementar las inversiones.

LA NOTA COMPLETA EN LA EDICIÓN #195 DE REVISTA QUÉ

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